Tu amor, Señor, llega hasta los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes.Salmo 36:5.
Lectura: Salmo
36:1-12. Versículo del día: Salmo 36:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Creo que los cristianos
no percibimos o apreciamos como debiera ser, tanto el concepto del amor como el
de la fidelidad de Dios. Si lo entendiéramos de verdad, tendríamos más
tranquilidad y confianza en el Dios que hemos creído. Y es que los atributos de
Dios nadie los puede medir ni imaginar en extensión. Son como bien dice la
canción que hace unos años se escuchaba en las iglesias sobre el amor de Dios:
“Tan alto que no puedo estar arriba de él.
Tan bajo que no puedo estar debajo
de él. Tan ancho que no puedo estar afuera de él. ¡Tan grande es el amor de
Dios!”. E igual pasa con su fidelidad,
con su poder, con su perdón y todos sus demás atributos; son incomparables e
infinitos. Nuestra mente no los puede abarcar.
Si Jeremías, a quienes
muchos llaman como ‘el profeta llorón’, en medio de su dolor y lamento pudo
visualizar su gran amor y fidelidad, ¿por qué nosotros no? “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su
compasión jamás se agota. Cada mañana se
renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por
tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!»” (Lamentaciones
3:22-24). Así es. Podemos no tener
absolutamente nada, pero si tenemos al Rey de reyes y Señor de Señores, con eso
nos basta y nos sobra, porque cada nuevo amanecer es un dechado de su bondad y
fidelidad. Pase lo que pase, el Señor
estará ahí, y hará lo que tenga que hacer para sacarnos avante en la
adversidad. ¡Confiemos porque Él no
cambia!
Lo que tenemos es que
aprender a afianzarnos en su Palabra y pedirle al Espíritu Santo que aumente nuestra fe y abra nuestros ojos y
entendimiento, para visualizar como en realidad son, su gran amor y fidelidad. “Si
alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy
el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada —afirma el
Señor—“ (Jeremías 9:24).
Amado Padre celestial:
Gracias por tu amor incomparable. Sabemos que por ese amor entregaste a tu Hijo
amado a la humanidad y aun así, nuestra mente no alcanza a abarcarlo porque es interminable.
Gracias porque mañana tras mañana; noche tras noche tú nos asombras. ¡Tú eres
la fuente inagotable de amor y fidelidad!
Un abrazo y
bendiciones.