viernes, 30 de abril de 2010

Promesas para sus fieles

Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: El promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad.

Salmo 85:8.

Lectura diaria: Salmo 85:4-13. Versículo del día: Salmo 85:8.

ENSEÑANZA

Existe una condición para alcanzar la promesa de paz: no ser necios. La necedad está opuesta a la obediencia. Cuando somos necios, nos volvemos tontos, simples y hablando sandeces. Cuando estamos en obediencia, nos subordinamos primero que todo a Dios y su Palabra y de este modo a los del mundo. Dios desea establecer su gloria en la tierra a través de los que le temen (vs. 8-9). No solamente la obediencia nos traerá paz, también se encontrarán el amor y la verdad brotará de la tierra como del cielo la justicia. “El Señor mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto” (v.11). La Biblia está llena de promesas las cuales no debemos dejar pasar por insensatos. Dios respeta nuestro libre albedrío: nos da a elegir entre la bendición y la maldición. Bendición si obedecemos y maldición si no hacemos caso a sus mandatos. La lluvia de bendiciones no tendrá límite nos encontremos en la ciudad o fuera de ella. Nuestros hijos, finanzas y canasta familiar serán de su agrado y fructíferos. “Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre” (Dt. 28:2-14). No seamos tercos sino aprendamos la lección dejada en el Salmo de estudio: la única manera de reencontrarnos con la justicia, la verdad, la paz y el amor es prestando atención a su Palabra; es buscando la sabiduría en el temor reverente a Dios.

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 29 de abril de 2010

El anhelo de estar en tu templo

¡Cuán hermosas son tus moradas, Señor Todopoderoso! Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida.

Salmo 84:1-2.

Lectura diaria: Salmo 84.1-12. Versículo del día: Salmo 84:1-2.

ENSEÑANZA

A veces no entendemos las palabras del salmista al desbordar su corazón jubiloso ante el Señor. Solamente cuando estamos en perfecta comunión con Él, logramos captar este mensaje. Con razón me gusta tanto y me quebranta la canción de Jesús Adrían, “Por un destello de su gloria”. Cuando logramos esa inigualable comunicación con Dios, no importa lo que pueda venir o pasar porque ese instante, ese segundo, lo llena todo. “Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando” (verso 4). Habitar en el templo del Señor no es estar todo el día y a toda hora en el lugar de congregación; es permitirle al Espíritu Santo que nos llene completamente para que nuestro cuerpo que es templo de Él, pueda manifestarle nuestro agradecimiento y adoración continuo. El Espíritu Santo es quien gime por nosotros ante el Padre Celestial y le da a conocer aún aquello que tenemos en lo más profundo y que no sabemos cómo pedirlo. “Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas. Cuando pasa por el valle de las lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle” (Versos 5- 6). Siempre he pensado que no es fácil recibir malas noticias, pero gracias a Dios que lo tenemos a Él como estandarte y los vientos por fuerte que sean, no pueden tumbarnos porque su diestra poderosa nos sostiene y vuelve a levantar. Aprendamos sea cual sea la situación a adorarle con corazón agradecido. Padre: Gracias porque cuando estoy en unión contigo me envuelves en tu manto protector, de tal manera que si pasan las olas no las siento y si llegan turbulencias no me tocan porque tú estás ahí conmigo, y tu presencia llena toda mi angustia y dolor.

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 28 de abril de 2010

Llamado a la justicia

Dios preside el consejo celestial; entre los dioses dicta sentencia: ¿Hasta cuándo defenderán la injusticia y favorecerán a los impíos?.

Salmo 82:1-2.

Lectura diaria: Salmo 82.1-8. Versículo del día: Salmo 82:1-2.

ENSEÑANZA

Dios como Ser Supremo y Juez por excelencia cuestiona a todos aquellos que imparten justicia. Los amonesta para que defiendan a los huérfanos, desvalidos, pobres, oprimidos, menesterosos y necesitados. Todos ellos se creen dioses y van a morir como cualquier otro mortal (vv. 3-7). Pensamos que estas palabras eran para aquella época pero desafortunadamente es el diario vivir en sociedades actuales. La injusticia social ronda por calles y tribunales sin que las voces de sus atribulados hagan eco en las esferas del poder de la justicia. Dios hace un llamado a gobernantes, jueces y dirigentes en general: “Hagan justicia cada mañana, y libren al explotado del poder del opresor, no sea que mi ira se encienda como un fuego y arda sin que nadie pueda extinguirla, a causa de la maldad de sus acciones (Jer. 21:12). A veces creemos y decimos al igual que el salmista: “Oh Dios, no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible” (Sal. 83:1), sin tener en cuenta que el silencio aparente de Dios, es el retumbar sonoro de su gloriosa manifestación. Dios nunca está quieto e impasible; al contrario, trabaja arduamente en bien de la humanidad, pero esta humanidad está tan corrompida y endurecida que ni siquiera puede ver sus obras, su maldad e indiferencia la opaca. Sin embargo, los de su pueblo, los de su Iglesia podemos estar confiados porque se levantará como guerrero y peleará por nosotros. “Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra. La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad” (Sal. 89:13-14). El trono de Dios está cimentado sobre el derecho y la justicia; Dios no permitirá que a sus hijos se les condene injustamente porque su legado, precisamente está basado en el amor y la verdad. No en la verdad y el amor del mundo; en la verdad que es Cristo Jesús, la esperanza de gloria. Dios peleará por los suyos y ¡ay de aquel que toque a alguno de ellos! Muy mal le irá. “Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra, pues tuyas son todas las naciones”. “Que sepan que tú eres el Señor, que ese es tu nombre; que sepan que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra” (Sal. 82:8; 83:18).

Un abrazo y bendiciones.

martes, 27 de abril de 2010

A un Dios desconocido

Pues bien, eso que ustedes adoran como algo desconocido es lo que yo les anuncio.

Hechos 17:23.

Lectura diaria: Hechos 17:16-34. Versículo del día: hechos 17:23.

ENSEÑANZA

Pablo nos asombra con sus argumentos y estrategias para saber llegar con el mensaje a los incrédulos. Como observó que existía un altar con la descripción: “A UN DIOS DESCONOCIDO”, estratégicamente se cogió de la frase para hacerle entender a los griegos que ese Dios desconocido por ellos era el creador del cielo y de la tierra. Ese Dios formó al hombre e hizo todas la naciones, determinando periodos y fronteras con un fin: “Para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren” (verso 27), dice. Dios se manifiesta al hombre de diferentes maneras y una de ellas es su propia creación. ¿Quién no se extasía ante un atardecer como el llanero? O ¿Ante una catarata como la del Niágara? ¿Quién no se estremece cuando la tierra tiembla y el ganado brama hacia el cielo, hincando sus patas? O ¿Cuándo la belleza de las flores nos arrebata el aliento? O ¿Ante los ríos majestuosas que cruzan por la tierra? ¡La naturaleza misma proclama la obra de Dios! (Salmo 19:1-6). Bien dice el apóstol, “para que todos lo busquen y aunque sea a tientas lo encuentren”. Si nosotros no hablamos, hasta las piedras hablaran. Nuestro deber es cogernos como Pablo de cualquier táctica, para anunciar el evangelio. Seamos obedientes porque el mundo está esperando respuestas efectivas y el único que puede ofrecerlas es Dios. El hombre está vacío y no tiene cómo vencer. Necesita llenar su vida con hechos reales. Busca la verdad, la justicia y la paz sin encontrar el camino correcto. Si callamos, otros vendrán y como están ávidos de algo diferente se agarrarán de lo que primero esté a su alcance (Nueva era, vicios, doctrinas falsas, etc.). ¿Crees que seguramente existe un Dios, pero nada más? Déjame decirte que ese Dios que aún no conoces es el que yo te quiero presentar. El Dios que no escatimó ni a su propio Hijo para redimirte a ti. A ese Dios desconocido por ti, podemos en este instante hablarle: Dios, algo remoto me habla de tu existencia pero en mi poca fe e ignorancia poco puedo saber. Ahora entiendo que la misma naturaleza se manifiesta en todo su esplendor para anunciar tu nombre. Quiero conocerte y permitir que tu Hijo Jesús more en mí. ¡Te necesito Cristo! ¡Ven a mi corazón! Amén.

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 26 de abril de 2010

Promesa de slvación familiar

Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos.

Hechos 16:31.

Lectura diaria: Hechos 16:16-34. Versículo del día: Hechos 16:31.

ENSEÑANZA

Cuando conocemos al Señor y entendemos el regalo de la salvación, nos preocupa la familia. En Hechos 16:31 encontramos una promesa que nos da tranquilidad. Esto no quiere decir que solamente con nuestra decisión de fe basta porque el don de la salvación es personal; lo que pasa es que el Señor permite que haya el espacio y el momento exacto para que lleguen a sus pies o dispone a las personas adecuadas y aún a nosotros mismos nos utiliza para llevarles el mensaje. En la lectura de hoy encontramos que Dios dispone todas las cosas con un propósito. Primero permitió que Pablo y Silas fueran encarcelados; luego ocurrió un terremoto tan fuerte que las puertas se abrieron y las cadenas se soltaron. El carcelero asustado quiso matarse pero Pablo lo tranquilizó ya que nadie había escapado. Al ver el carcelero lo sucedido, inmediatamente creyó porque reconoció algo insólito y se echó a los pies de Pablo y Silas diciéndoles: “Señores: ¿Qué tengo que hacer para ser salvo? el primero en aceptar al Señor fue el carcelero y después de su conversión recibieron las Buenas Nuevas los de su casa. A veces las circunstancias difíciles nos llevan a desesperarnos pero debemos seguir el ejemplo de estos dos hombres que enfrentaron la situación con oración y alabanza a Dios, sin importarles que estuvieran detenidos y que hubieran sido azotados. El Señor permitió esta serie de sucesos con un fin específico: la conversión no solamente del carcelero sino de muchos más y entre ellos la de su propia familia. Nunca dudes que Dios va a tocar a las puertas de los de tu casa; no importa de qué medios se coja para lograr el cometido; pero que lo hace, lo hace. Ora y espera el minuto preciso porque sus promesas son sí y amén.

Un abrazo y bendiciones.