domingo, 31 de enero de 2010

Divide y reinarás

Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede mantenerse en pie.
Marcos 3:24.


Lectura diaria: Marcos 3:20-30. Versículo del día: Marcos 3:24.

ENSEÑANZA

Definitivamente la unión es la fuerza que dirige toda relación sea entre novios, esposos, familias, empresas e iglesias. Por algo existe la frase “divide y reinarás” y si somos sabios sabemos que el que viene a dividir es don Sata. ¡Qué mejor para él que poner en discordia a las personas! Tomemos el ejemplo de un hogar donde reina la paz y la armonía; Satanás busca cualquier pretesto para meterse, puede ser simplemente la diferencia de opiniones entre sus miembros lo cual originará discusiones, iras, gritos, etc. y en un momento esa paz se viene al suelo. Se pierde la armonía, unos cogen para un lado y otros hacia el opuesto. ¿Quién gana? El maligno que se ha salido con la suya. Cuando Satanás ataca a las parejas, sabe muy bien que ha ganado porque detrás de ellos van los hijos y si la relación entre esposos se rompe, fácilmente pueden llegar otras consecuencias como drogadicción, inmoralidad sexual, baja autoestima, complejos diferentes y por supuesto indiferencia completa hacia Dios. “Si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede mantenerse en píe” (verso 25). Más diciente no puede ser el versículo anterior. La lección para aprender es no darle cabida a Satanás, dejándonos llevar por obras de la naturaleza pecaminosa tales como “inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías y otras cosas parecidas” (Gálatas 5:19-21). Sembremos en nuestro corazón la semilla del Espíritu Santo para que demos fruto perdurable como el amor, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la humildad, la paz, la alegría y el dominio propio (Gálatas 5:22-23). Si somos de Cristo no nos dejemos engañar y andemos guiados por el Espíritu, para que nunca se diga que fuimos piedra de tropiezo, causando división en nuestros círculos rutinarios.

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 30 de enero de 2010

Ya no llorarás más

Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás.

Isaías 30:20.

Lectura diaria: Isaías 30:19-26. Versículo del día: Isaías 30:20.

ENSEÑANZA

Ayer no fue uno de esos días en que se dice: “¡Uff, qué bien me fue hoy!”. Al contrario, tuve que ir al juzgado donde a veces se me ocurre es donde menos se hace justicia. Ya por la mañana había pensado escribir el devocional nuevamente sobre la injusticia social que vivimos en los tiempos actuales (al final, resolví redactar sobre el engaño, teniendo en cuenta a Jacob), al leer en Isaías 29:15-21 pasajes como “¡Ay de los que, para esconder sus planes, se ocultan del Señor en las profundidades!”; “¡Qué manera de falsear las cosas!”; “Se desvanecerán los despiadados, desaparecerán los insolentes, y todos los que no duermen para hacer el mal serán exterminados. Los que con una palabra hacen culpable a una persona, los que en el tribunal ponen trampas al defensor y con engaños perjudican al inocente” (versos 15a, 16a, y 20-21). Pensaba muy intensamente en “los que en el tribunal ponen trampas al defensor”. Sí, desafortunadamente eso se ve a diario en los estrados judiciales Gracias a Dios, el Señor dice que todas estas cosas saldrán a la luz y ya no seremos más avergonzados (verso 22). Me animó mucho anoche leer un versículo de casualidad; creo que Dios lo puso ahí para mí: “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (Deuteronomio 31:8), no temas ni te desanimes, sigue adelante Dora, me dije; si el Señor está contigo, ¿quién contra ti?. Con este versículo en mi mente, concilié el sueño. Hoy al amanecer y hacer mi devocional, el Señor me dice muy claro que en el arrepentimiento, la calma, la serenidad y la confianza está mi salvación y mi fuerza. Él se levantará para hacerme justicia; se apiadará y me responderá prontamente. Aunque aparentemente siga llegando la adversidad y la aflicción, mi Maestro no se esconderá más. Podré ser testigo fiel de las lluvias de bendiciones que derramará sobre mi familia y sobre mí (Isaías 30:15-26). Esto es parte de mi historia y te animo para que sea cual sea la situación que estés afrontando, sepas que el Maestro, nuestro Señor y Dios estará ahí presente, y nunca nos dejará y abandonará. Mantengamos la calma, el sosiego y en especial la confianza en quien hemos creído.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 29 de enero de 2010

Todo se devuelve

A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea, y le reclamó a Labán: ¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado?
Génesis 29:25.

Lectura del día: Génesis 29:15-30. Versículo del día: Génesis 29:25.

Definitivamente, Dios no se queda con nada guardado sean actuaciones buenas o malas. Jacob, como su nombre lo indica es el “engañador”, “el que suplanta”. Con notable astucia consiguió primero la primogenitura que le correspondía a Esaú, por un guiso de lentejas. Más adelante con la ayuda de su madre Rebeca, obtuvo con engaño la bendición de Isaac. A pesar de haber nacido con la promesa de ser primero ante su hermano (Génesis 25:23), tuvo que saber y entender lo que es el engaño y así como él engañó a su padre Isaac y a su hermano Esaú para recibir la bendición, más tarde, cuando menos lo esperaba fue igualmente engañado por su suegro Labán y Lea, la hermana mayor de Raquel. ¿Cuánto le dolería a Jacob este engaño? Solamente poniéndose en los zapatos del patriarca podríamos entender su desilusión, tristeza y amargura por los años trabajados con tanto ahínco, pensando únicamente en que esto lo llevaría a los brazos de su amada Raquel, cuando no fue así. Sí, estoy convencida que Dios no se queda con nada guardado. Si son buenas obras, en el momento preciso el Señor retribuirá en nosotros o quizá en nuestros hijos lo sembrado. De ahí el cuidado que debemos tener con las actuaciones y en especial con la boca para no permitir que recaiga en las personas que tanto amamos lo que deseamos o hacemos a los demás. En Jacob podemos aprender la lección. Por más que tengamos el plan para nuestras vidas trazado por Dios, somos responsables ante Él de lo que hagamos o dejemos de hacer y las consecuencias llegarán para bien o para mal, según lo hayamos abonado.

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 28 de enero de 2010

La gran comisión

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Mateo 28:19.

Lectura diaria: Mateo 28:16-20. Versículo del día: Mateo 28:19.

ENSEÑANZA

Aunque en muchas ocasiones he hablado sobre “la gran comisión”, no puedo pasar de largo el capítulo correspondiente al día de hoy y dejar inadvertido el pasaje que nos habla sobre el mandato. Si notamos las palabras del Señor Jesús a sus discípulos antes de ser arrebatado al cielo, fueron dirigidas en modo imperante “vayan y hagan discípulos”, el verbo es imperativo; no si de pronto queremos, o nos queda algo de tiempo, o, si por casualidad; no. Debemos ser diligentes y obedecer la orden dejada por el Señor. Este pasaje está ligado a Hechos 1:8 que dice: “Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Si somos sus discípulos, somos sus testigos. En todo cristiano existe un pasado, un presente y un futuro. El pasado es el antes de Cristo; el presente, el momento cuando lo aceptamos como Señor y Salvador, y el futuro, lo que hemos llegado a ser al convertirnos; un después de Cristo. Así que nos convertimos en testigos de Jesús de Nazaret, no sólo de los hechos históricos narrados en la Biblia, tales como su encarnación, muerte y resurrección, sino también de lo acontecido por la fe en Él, la realidad de su presencia en nuestra propia vida y por el cumplimiento de sus promesas. Esto es lo que tenemos que hablarles a los demás. “Enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (verso 20). Es un legado que va de generación en generación. Se multiplica velozmente si ponemos todo el empeño necesario. Si queremos que el Señor regrese pronto, con mayor razón debemos llevar el mensaje de las “buenas nuevas” porque esta es una de las condiciones para la segunda venida del Señor. La lección es muy clara, simplemente obedecer e ir a compartir sobre quien ha sido el Señor y Salvador de nuestras vidas.

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 27 de enero de 2010

La decisión de Pilato

Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. Soy inocente de la sangre de este hombre –dijo–. Allá ustedes.
Mateo 27:24
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Lectura diaria: Mateo 27:11-26. Versículo del día: Mateo 27:24.

ENSEÑANZA

Por lo visto en este relato, las ansías de poder han prevalecido a lo largo de la historia. De ninguna otra manera se puede entender como siendo Pilato el gobernador, la autoridad competente de esa región, se dejase llevar por la multitud y no impartiera verdadera justicia. Sabemos que Dios Padre de antemano tenía todo planeado de esa manera; sin embargo, al igual que a Judas le cayó ese “¡ay de aquel que lo traiciona!” (Mateo 26:24), creo que también puede suponerse para el hombre que tuvo en sus manos el contravenir el deseo del pueblo judío. No obstante, existe una marcada diferencia: Pilato siguió con vida. Fue testigo de los sucesos siguientes a la crucifixión tales como el saber que la cortina del templo judío se rasgó en dos de arriba abajo; que la tierra tembló y se partieron las rocas; y que los sepulcros se abrieron y muchos resucitaron. Debió ser testigo auténtico de la resurrección del Señor. Todos estos acontecimientos siendo la persona quien era, son difíciles de pensar que no los presenció. De Pilato se han dicho muchas cosas e incluso en alguna ocasión leí un libro donde se concluía que él había reconocido a Jesús después de lo que hizo, como el Mesías y se había convertido al cristianismo. No estoy segura si la tradición habla algo al respecto pero sí creo que pudo ser así. Primero porque su esposa estaba inquieta por la decisión de su marido (verso 19), lo cual debió influir en él y segundo por lo descrito anteriormente. Que Dios haya permitido su conversión, igual a la del centurión y sus acompañantes y haya exclamado en algún momento como ellos: “¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios” (Mateo 27:54), no debe extrañarnos, porque su misericordia no tiene límites. Personalmente, lo prefiero de ese modo. Como lección aprendamos a ser consecuentes con la autoridad que Dios nos ha permitido impartir, para que después no tengamos cargos de conciencia que nos roben la paz.

Un abrazo y bendiciones.